Si pudiera regalarte el tiempo que me atormenta.
Si te pudiera llevar al borde del abismo que me consume
y lograras ver el vasto horizonte arder en plegarias y
suspiros.
Si supieras cuánto vale una mirada o el desdén de tu
silencio.
Si le pudiera dar a tu alma cansada un pedazo de mi vieja
alma
y tus manos lograran tocar las palabras que no puedo
explicar,
tan solo nos quedaría despertar; tan solo quedaría el
amanecer.
Sin embargo, cuando las luces se apaguen estaré observando
tus sueños.
Entraré sin avisar sin siquiera ser visto, sin haber sido
invitado
y pondré sobre ti las cadenas que me atan a la vida
y te daré el regalo más grande que te puedo dar:
Despertar sabiendo que nada es verdad cuando despiertas.