Entonces quedamos solos
viejos, resecos
arrollados sobre una cama
esperando la muerte
en cualquier instante
como un alivio
como una primavera
como una suerte de río
que al fin llega al mar
y su agua dulce
se vuelve salada
y pasa a ser parte de
algo mucho más grande
de lo que jamás imagino.
Entonces quedamos ciegos
y todo a nuestro alrededor
son nubes de sonido
que vienen y van
que se entreveran
y parecen aclarar
como una noche de tormenta
que no termina más
como esa semilla
que no logra germinar
y se ablanda bajo de la tierra
se pudre
y al final
se vuelve tierra.